lunes, 18 de julio de 2011

Y las cosas son como son.

Que sí, que te marcas una meta. Que te prometes disciplina y una manera de hacer las cosas y crees en que lo que has elegido es correcto.

Pero luego pasa que todo te supera y tienes que replantearte el tema,  hay cosas que no podrás controlar, que lo que tienes en la cabeza puede que no se haga realidad. Que todo se complica y decide torcerse cuando tu pensabas que seria una hermosa línea recta.

Si, tienes una idea y una mecesidad de seguir pero ahora, más que trazar planes, hay que aprender a comprender que hay que dejar lo que hay que dejar en manos de quien haya que dejarlo.

No es eludir responsabilidad. Ni esconderse. Pero si tú no sabes desenredar la madeja, tienes que dársela a quien sí sepa. Y lo más importante: aprender a ovillar bien el hilo para no crerar más madejas enredadas.

Es una oportunidad, que no se si volveré a tener y tampoco sé hacia dónde me llevará. Sólo sé que estoy aquí, trantando de aprovechar este momento. 

Y otra cosa para aprender, el arte de la paciencia. Algo de lo que siempre he andado muy necesitada. Ahora no tengo más remedio que esperar y controlar mi mente para que no se desboque y se concentre en lo que pueda hacer.

Espero cumplir con la palabra que me he dado a mí misma de no volver a saltarme la escritura del blog.

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